domingo, 22 de enero de 2012

LA IGLESIA EN LA ÉPOCA MEDIEVAL. ORDENACIÓN URBANA

La geografía eclesiástica de cada diócesis y la tipología de templos y edificios se ha estudiado de manera desigual. Hubo en todas ellas políticas de instrucción, actitudes sociales de apoyo y épocas diversas en la tarea de restauración y equipamiento religioso. Los establecimientos eclesiásticos se convirtieron en elemento muy destacado del paisaje y de la sociedad urbana, todos ellos integrados en el perfil de la ciudad y modificándolo a medida que se alzaban, entre los siglos XI y XV.

Las grandes catedrales son memoria viva de las ciudades medievales. Lo son tanto en su dimensión monumental y artística como en la documental, gracias a la riqueza de sus archivos. Y algo semejante sucede con los templos parroquiales, cuyo número y características difieren mucho de unas a otras ciudades. Las edificaciones religiosas dominaban con su mayor altura el paisaje urbano, y en los monumentos y topónimos religiosos descansaba una parte sustancial de la identidad ciudadana pues eran uno de sus elementos de prestigio y orgullo cívico. Los nexos que esto creaba entre ciudad e iglesia eran fortísimos porque se referían a aspectos que surgían de la vida cotidiana para penetrar directamente en la conciencia colectiva.

También tuvieron importancia e influjo social los conventos, cada vez más numerosos, en la reordenación del espacio y de las funciones urbanas: el apogeo de la llamada "ciudad conventual" ocurrió en Castilla durante el siglo XVII, y fue consecuencia de una evolución iniciada cuatro siglos antes.

Pocas veces se mantuvieron centros religiosos o monásticos procedentes de tiempos anteriores, como sucedió con San Vicente de Valencia, símbolo de la continuidad del cristianismo entre la época hispano-goda y mozárabe y la que comenzó en 1238. Hubo también algunos conventos urbanos cistercienses y de Órdenes Militares, casi todos de sus ramas femeninas, que nacieron para potenciar y dar cauce a las expresiones de religiosidad urbana desde el siglo XIII: franciscanos y dominicos, y en la Corona de Aragón, carmelitas. También, las órdenes de trinitarios y mercedarios.

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